TORTITAS DE ZANAHORIA
Os prometo de verdad de la buena que la intención era hacer estas tortitas para desayunar!!
El caso es que yo con toda la buena intención del mundo pretendía dar una sorpresita y preparar estas tortitas por la noche, dejar la masa reposando en la nevera y a la mañana, levantarme prontito y hacerles a las miniflaneras un desayuno diferente pero no me dejaron :-( les pudo el ansia, la gula, o que sé yo y al final las tortitas de zanahoria para desayunar se acabaron convirtiendo en el postre de la cena.
En fin, que les encantaron igualmente (porque será que no me sorprende jeje) y de paso descubrí que las tortitas están igual de buenas aunque no se deje reposar la masa en frío durante toda la noche.
Esta receta la vi en una revista y me pareció original la verdad así que decidí adaptarla a nuestra dieta pero cambiando además el ingrediente principal que sustituí por zanahorias.
Si no os gustan las zanahorias, no pasa nada, tenemos solución: cambiadlas por calabaza por ejemplo.
Como todas las cosas que os enseño estas tortitas son muy fáciles y rápidas de hacer. Sólo vamos a necesitar 250 gr. de zanahorias, 50 gr. de harina de arroz, 30 gr. de almidón de maíz, 1 huevo, edulcorante líquido al gusto, 1 cdita. de canela, 7 gr. de levadura en polvo, 150 ml. de leche vegetal, el zumo de 1/2 limón y margarina o mantequilla vegetal para engrasar la sartén.
Pelamos las zanahorias y las pesamos en crudo. Las troceamos y las podemos a cocer. Cuando estén blanditas escurrimos bien el agua y reservamos.
Ponemos la leche vegetal que más nos guste en un recipiente y le añadimos el zumo de medio limón. Removemos y esperamos unos 5 minutos para que se corte la leche. Con esto hacemos una buttermilk casera que va a hacer que las tortitas sean más esponjosas.
Mientras esperamos, en una jarra o en el vaso de la batidora ponemos el resto de los ingredientes: un huevo, el edulcorante, la canela, el almidón de maíz, la harina de arroz, la levadura, la zanahoria cocida y la leche.
Trituramos todo con la batidora hasta conseguir una masa homogénea. Si vemos que se nos queda muy espesa, podemos aligerarla añadiendo un chorrito de leche.
Ahora tenemos dos opciones: o bien la dejamos reposar unas horas en la nevera o nos ponemos manos a la obra a hacer tortitas.
Si me habéis leído desde el principio ya sabréis cuál ha sido mi elección esta vez.
Cogemos una sartén antiadherente y la untamos con un poco de margarina o mantequilla vegetal, lo que queráis.
Esperamos a que esté bien caliente y vertemos sobre ella un poco de masa. La dejamos cuajar y cuando empiece a hacer burbujitas con ayuda de una espátula de madera le damos la vuelta y esperamos a que se haga por el otro lado.
Esta primera tortita yo suelo desecharla porque suele estar bastante grasienta.
Ahora que ya tenemos la sartén en marcha, tenemos que seguir haciendo tortitas hasta terminar la masa.
Os aconsejo que no las hagáis muy grandes porque al darles la vuelta se os pueden romper.
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